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La vida como

el recuerdo se empeña

en reconocer poco a poco

lo que ya no puede ser

el muerto ríe

tras perder la pérdida

el más tarde

el quedarse  sin nada

su reloj en el descuido

dentro de una casa cerrada

a partir de ahora

su última creencia

son los bailes de estío

en los barrios de la infancia

donde el olvido vigila todo afán

de cada paso que nunca llega

junto al umbral de una frutería